miércoles, 27 de noviembre de 2013

Apuntes Varios

Sí, la verdad que no expreso verbalmente la tengo que escribir.

Me gusta tener este espacio, porque me permite escribir cuando tengo ganas de escribir y no tengo qué...

Hoy escuché pacientemente diversas conversaciones durante mi aburrida jornada laboral, la gran mayoría de ellas insípidas dispersas y predecibles. Un largo viaje de vuelta da para escuchar de todo.

La conversación como otras verdaderas gracias, es un bello arte que se cultiva. Sólo a muy poquitas personas les surge con naturaleza. Saber escuchar y ser coherente no parece algo tan complicado, pero en la práctica nadie lo toma en cuenta. La cuestión es que me vine escuchando sendos monólogos de viejas megalómanas que me dejaron agotada y como siempre, odiandolas. A la gente le gusta dar la lata. Le gusta explayarse en temas que solo deben importarles a ellos. No escuchan y por lo tanto, no hay diálogo... En resumen, la conversación no es el fuerte de la gente con la cual trabajo. Así es que calcé mis audífonos, y me aislé del molesto *ruido* ambiental.

¡MÚSICA!


 Hoy desperté a una mujer en el metro pensando que se había pasado de su estación, y no. Se tenía que bajar mas adelante...


Estoy cansada. El sueño me vence una vez mas. No consigo mantenerme en un estado de vitalidad que me permita alcanzar mi máximo nivel de eficiencia (parece una propaganda de yogur). Tengo ganas de hacer muchas cosas y a la vez nada. Creo que lo mejor es ir a dormir -Chao-


¡Ah! A todo esto... el otro día soñé que me casaba a los 95 años. je

2 comentarios:

Blood dijo...

Efectivamente conversar esun arte, pero aprender a elegir interlocutores es una verdadera ciencia. Y sí, la música es una gran válvula para dejar salir la incomodidad que genera el escuchar monólogos.

Saludos sangrientos

Blood

LA LOCA DE LA CASA dijo...

Muy de acuerdo, hay conversaciones que valen nada. De pront es bueno conversar con una. Esa otra te escucha, te entiende y te dice cosas que seguramente no querrás escuchar, pero son más reales que todo lo demás. Somos dos.